No escuchar correctamente afecta negativamente al estado emocional de la persona. En muchos casos, si no se consigue levantar y estabilizar el ánimo puede desembocar en depresión.
A las restricciones en la comunicación se suman la falta de seguridad, la baja autoestima, el aislamiento y/o deseos de estar sol@s.
La persona que no escucha bien cambia sus hábitos. Se vuelve menos participativa y deja de realizar actividades que antes le resultaban interesantes o motivadoras. Prefiere estar en silencio.
En su interés ya no está conocer gente nueva, dialogar, conversar, pasear o reunirse con amigos porque o bien no va a entender los diálogos, o le da miedo y/o pánico a que se rían de ella.
Salir a un restaurante, ir a un teatro, hacer ejercicio en grupo y, hasta actividades más cotidianas como hacer la compra en un supermercado o ir al banco suponen un flujo continuo de pensamientos negativos que desembocan en la inacción.
La persona activa, de buen humor y talante, autosuficiente y con objetivos diarios se ha convertido en otra. Sin salir a penas de casa y siempre dependiendo de los demás, ahora se ha vuelto seria y desconfiada. Su zona de confort la ha establecido en su casa. Todo lo que se salga de ella es motivo de conflicto.
Levantar esta nueva forma de vida implica escuchar adecuadamente y para ello deben realizarse las pruebas audiológicas oportunas que determinen qué está sucediendo con su audición y qué soluciones existen.
Con predisposición nunca es tarde para levantar el ánimo.