Cuando tenemos pérdida auditiva, en la mayoría de los casos, dejamos de percibir muchos sonidos que nos rodean. Sonidos que en algún momento hemos escuchado, si la pérdida auditiva es postlocutiva, posterior a la adquisición del lenguaje o durante la infancia. Los audífonos tratan de rescatar de la memoria auditiva esos sonidos que irremediablemente (si no tenemos alterado el resto de los sentidos) van ligados a imágenes y por consiguiente a emociones evocadas. Juan Ramón Jiménez regaló para la Historia el poema “La carbonerilla quemada”, que dice:
En la siesta de julio, ascua violenta y ciega,
prendió el horno las ropas de la niña. La arena
quemaba cual con fiebre; dolían las cigarras;
el cielo era igual que de plata calcinada.…Con la tarde, volvió –¡anda, potro!– la madre.
El pinar se reía. El cielo era de esmalte
violeta. La brisa renovaba la vida…La niña, rosa y negra, moría en carne viva.
Todo le lastimaba. El roce de los besos,
el roce de los ojos, el aire alegre y bello:
— «Mare, me jeché arena zobre la quemaúra.
Te yamé, te yamé dejde er camino… ¡Nunca
ejtubo ejto tan zolo! Laj yama me comían,
mare, y yo te yamaba, y tú nunca benía!»Por el camino –¡largo! –, sobre el potrillo rojo,
murió la niña. Abiertos, espantados, sus ojos
eran como raíces secas de las estrellas.
La brisa jugueteaba, ensombrecida y fresca.
Corría el agua por el lado del camino.
Ondulaba la yerba. Trotaban los pollinos,
oyendo ya los gritos de los niños del pueblo…Dios estaba bañándose en su azul de luceros.
Juan Ramón Jiménez
Leyéndolo o escuchándolo inmediatamente imaginamos y percibimos los sonidos que se describen en él: el movimiento de los árboles del pinar, los gritos desesperados de la niña llamando a su madre, el ruido de las cigarras, la brisa del viento, el agua del riachuelo, los niños gritando; y nos produce una sensación de amargura y tristeza. Todos esos sonidos e imágenes nos ayudan a entender el sufrimiento de la niña y el dolor de su madre. Por eso, el tratamiento de la pérdida auditiva con audífonos es tan importante, porque además de escuchar bien nos ayuda a rescatar todos esos sonidos que en algún momento de nuestras vidas hemos percibido y que nos conectan con la realidad y con las emociones que hemos vivido o empatizar con las de los otr@s.